martes, 20 de diciembre de 2011

El emperador Teodosio (II)


El problema religioso era acuciante en el Imperio al llegar Teodosio al poder puesto que amenazaba con convertirse también en un serio problema político. En pocas palabras, puede decirse que la disputa clave estaba representada por los ortodoxos, defensores de la consustancialidad de la Trinidad, y los arrianos, quienes negaban la identidad común del Padre y el Hijo. En la parte occidental del Imperio, de la que procedía Teodosio, dominaba la postura ortodoxa de la Iglesia, de modo que el Emperador consagró el año 380 d.C., por medio del Edicto de Tesalónica, al catolicismo como religión oficial del Estado romano. Un año después Graciano se adhería a esta postura condenando el arrianismo en el Concilio de Aquilea, lo cual confirmaría la mayor impronta que en el Imperio en general tenían las decisiones de Teodosio.

Sin embargo, y pese a esta política religiosa, lo cierto es que Teodosio también mantuvo enfrentamientos con los sectores oficiales de la Iglesia, encarnados en la figura de Ambrosio, obispo de Milán, quien había amenazado con excomulgarlo por haber ordenado la reconstrucción de una sinagoga que unos monjes cristianos habían incendiado en Mesopotamia, excomunión llevada a efecto cuando Teodosio realizó una matanza de varios miles de personas en el circo de Tesalónica.

De forma inexplicable, en la Navidad del año 390, Teodosio se dirigió a Milán para humillarse a los pies de Ambrosio, consagrando así tanto la separación de los poderes temporal y divino como la primacía de éste sobre aquél. Iglesia y Estado resolvían, al menos aparentemente, sus disputas por la asunción del poder. Como consecuencia de esta sumisión del poder imperial y de la unidad de creencia establecida en todo el Imperio, a partir del año 391 se endurecieron las medidas oficiales contra todas las manifestaciones de la antigua religión romano-pagana, prohibiendo los sacrificios y el culto y cerrando los templos o transformándolos en iglesias. Se ponía así de manifiesto el triunfo del cristianismo en el Imperio Romano, un proceso en el que sin duda Teodosio desempeñó un papel de vital importancia.

No menos destacada fue su intervención en los asuntos políticos, de tal forma que es el último emperador en mantener unidas todas las provincias del Imperio bajo un solo cetro. Fueron precisamente sus dotes de estratega y su capacidad de negociación las que prolongaron la cohesión política del Imperio. Enfrentado en primera instancia a una solución militar para poner punto final al problema bárbaro, con la reorganización del ejército incluida, Teodosio no tuvo más remedio que emprender acciones diplomáticas. La progresiva incorporación de elementos bárbaros en las filas legionarias romanas no evitaba que los pueblos hostiles de las fronteras incursionaran repetidamente en territorio imperial amenazando con desmoronar el limes. Se hizo necesario llegar a un pacto con algunos pueblos bárbaros, como los godos, a los que se permitió establecerse en Tracia en 382 d.C. con un estatuto de federados al ejército imperial. De esta forma se produce un cambio cualitativo sustancial respecto a la forma de tratar con los bárbaros, puesto que frente al continuo estado anterior de guerra ahora algunos de estos pueblos pasan a engrosar el potencial bélico del Imperio en calidad de federados, lo cual hace que disminuya la presión fiscal y consecuentemente la crisis política interna al no tener el Estado que armar nuevas legiones para hacerles frente. Un año después, en 383 d.C., Teodosio firma también un pacto de paz con los persas de Sapor III, asegurando así buena parte de las fronteras del Imperio sin perder una sola provincia a manos enemigas. Sin embargo, a la larga, la integración en las estructuras imperiales de estos pueblos bárbaros difícilmente controlables minará la ya escasa cohesión interna, convirtiéndose en uno de los elementos causales que terminarían por provocar el desastroso fin del Imperio.

La tarea de Teodosio presenta una doble vertiente, religiosa y política, y está marcada, de un lado, por la consagración del cristianismo católico como única religión oficial del Estado, lo que le consagra para la Historia a través de sus panegiristas como héroe y prototipo modélico de buen gobernante cristiano-romano, y de otro por la capacidad de ejercer su control, directa o indirectamente, sobre la totalidad del Imperio, para lo cual se valió en gran medida del llamado clan hispano, grupo de senadores y miembros de la aristocracia hispanorromana a quienes él, tras recibir su apoyo para obtener el poder, había encomendado las principales tareas de dirección del Estado en la Corte de Constantinopla. Antes de morir, Teodosio había decidido dotar la herencia de sus dos hijos varones, Arcadio y Honorio, dividiendo de hecho el Imperio en dos mitades, la Occidental, encomendada a Honorio, y la Oriental bajo el gobierno de Arcadio, lo que se plasmará en la práctica con la existencia de dos administraciones, dos ejércitos e incluso dos Iglesias diferentes. A través del Codex Theodosianus, un cuerpo muy completo de leyes promulgadas por Teodosio, se puede comprobar la naturaleza y el efecto de toda su política imperial, de tal alcance que tras su muerte el 17 de enero del año 395 d.C., descendientes directos suyos gobernarán en el Imperio de Occidente hasta el fallecimiento de Valentiniano III en 455 d.C., apenas una veintena de años antes de que el Imperio de Roma desaparezca.

2 comentarios:

  1. Amigo Javier, dejo por un momento mi hibernación en estas tierras brumosas para pasar a desearte que pases una Navidad muy feliz y que se cumplan todos tus propósitos. Espero que pasado el frío y pueda liberarme de este trabajo complejo que ahora me ocupa, continuar con nuestras pláticas y comentarios, créeme que lo hecho a faltar.
    Salud
    Francesc Cornadó

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  2. Gracias, Francesc. Te deseo lo mismo multiplicado por el número que elijas, no sólo hoy, jornada para mí corriente, sino todos los días de tu vida.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...